Durante estos años, hemos podido comprobar que la similitud lingüística entre los términos «jurada» y «jurídica» causa un revuelo y una confusión sin precedentes entre las personas que quieren contratar servicios de traducción. Pensábamos que con el tiempo llegaría la calma y la certeza de que una cosa y la otra son muy distintas, pero nos equivocamos. Por eso hemos decidido arreglar este desaguisado y acabar con vuestros quebraderos de cabeza.
Por mucho que a simple vista sus nombres se puedan parecer, las traducciones jurídicas y las traducciones juradas no tienen nada que ver. Claro, esto resulta muy sencillo para nosotros, que nos dedicamos a esto desde hace tiempo y ya tuvimos que aprender la diferencia en su momento, pero precisamente por eso queremos explicárosla ahora a vosotros.
Las traducciones jurídicas son traducciones especializadas. Es decir, corresponden a un campo de conocimiento determinado, en este caso el derecho y el ámbito legal. Por eso, quien las lleve a cabo debe ser un traductor especializado en el tema y con gran experiencia, pues tiene que conocer no solo la terminología y las peculiaridades propias del sistema legal del documento original, sino también la del sistema legal del documento que acogerá la traducción. Y todo esto sin tener en cuenta el conocimiento del idioma. Leyes, citaciones, contratos, convenios… todo esto (siempre que sean documentos sin firmar que no tengan ningún tipo de valor legal) entra dentro de lo que se consideraría documentos que necesitan una traducción jurídica.
Entonces, las traducciones juradas, ¿qué son?, ¿no tienen nada que ver con el ámbito legal y jurídico? Pues no necesariamente, no es este uno de sus rasgos característicos. Lo que hace de una traducción una traducción jurada es su carácter oficial, que es otorgado por el propio traductor. Las traducciones juradas son válidas para cualquier trámite con la administración del país de destino u otro tipo de organismo oficial. En nuestro día a día nos hemos encontrado con clientes que nos han pedido traducciones juradas de certificados académicos porque su universidad se lo había expedido en el idioma de su comunidad autónoma; de historiales médicos (como un caso que tuvimos de un cliente que necesitaba traducir su historial porque iba a vivir a otro país y su médico necesitaba conocer sus antecedentes) o de registros mercantiles para empresas en proceso de internacionalización. Todos ellos son documentos que necesitan una traducción verificada y de la que se da fe de su fidelidad con respecto al original. Y que, como podéis observar, corresponden a ámbitos muy diversos.
Los traductores jurados tienen que pasar un examen público para poder ejercer sus funciones, y solo pueden traducir a aquellos idiomas de los que se hayan examinado. No tienen que ser necesariamente especialistas en el campo del documento que traducirán para posteriormente jurar, pero su responsabilidad es muy grande, pues, al dar garantía de la veracidad y fidelidad con el original (mediante sello) pueden afrontar responsabilidades penales por errores en la traducción, cosa que influye en el precio de este tipo de trabajos.
En resumen, estas son las diferencias más importantes entre una traducción jurídica y una traducción jurada. Obviamente podemos explayarnos más, pero no queremos aburriros y creemos que con esto hemos conseguido aclarar los conceptos. Sea como fuere, en Ontranslation os ofrecemos cualquiera de las dos, juntas o separadas, y, además, siempre nos aseguramos de que lo que queréis decir es lo que estáis diciendo, para saber si necesitaréis un sello adornando vuestra traducción o no.